Encuesta: Imagen positiva de los principales candidatos a presidentes del país
Las preguntas abiertas del escenario electoral.
Hacer análisis político en Argentina es un trabajo de riesgo. Cualquier mínimo cambio de coyuntura puede hacer que “se te quemen los papeles”. Mientras estábamos elaborando este informe, la renuncia de Alberto Fernández a su reelección, irrumpió en la agenda pública y nos forzó a reevaluar las conclusiones a las que habíamos llegado originalmente. Pero no venimos a llorar por la leche derramada, este es nuestro informe mensual del mes de abril.
Desde diciembre se puede decir que estamos viviendo en la era de los renunciamientos. El primero fue el de la Vice presidenta Cristina Kirchner, que renunció anticipadamente a “cualquier candidatura” este año. Luego vino el del expresidente Mauricio Macri y finalmente esta semana el del presidente Alberto Fernández.
Cada uno de esos renunciamientos provocó inmensos desplazamientos en el escenario electoral, reformando profundamente la oferta electoral y generando beneficiados y perjudicados por igual. Estos movimientos hacen evidente que estamos ante un cambio muy grande en la dinámica política; aunque no representan una renovación dirigencial, ¿verdad?.
Son cambios que no parecen ser necesariamente positivos. La fragmentación en la oferta electoral nunca ha sido tan grande. La sociedad mira con una desconfianza inmensa a toda la dirigencia y nadie parece ser capaz de articular ni siquiera sus propios núcleos duros, ni hablar de articular grandes mayorías.
Hace algunos meses advertimos la caída en la imagen positiva de las figuras políticas. Hoy esa vara ha disminuido todavía más: ningún político o política tiene más de 37% puntos de valoración positiva. ¿Hasta dónde va a seguir bajando ese estándar?
Este es otro indicador que se encuentra en niveles inmensamente alarmantes: sólo un 14% de los/as argentinos/as cree que el país va en la dirección correcta.
El sentimiento de negatividad impera en todos los sectores políticos, incluidos los votantes del oficialismo. El nivel de incertidumbre es tan grande que intentar hacer pronósticos electorales es un acto de irresponsabilidad.
El escenario de tercios imperfectos y relativos que advertimos el año pasado se ha transformado ya en tercios consolidados y que se encuentran casi en una situación de triple empate.
Cometen un grave error quienes se sienten triunfalistas antes de tiempo y se ven gobernando en diciembre. No hay seguridad sobre quienes sean capaces de entrar a un ballotage y mucho menos de quienes puedan coronarse en una segunda vuelta. La prudencia sigue siendo la mejor consejera a la que cualquier figura podría escuchar. Y es también la gran ausente en casi todos los bunkers de campaña.
Volvamos a la cuestión de los renunciamientos. La pregunta que debería primar en estos momentos es:
¿Quiénes son los beneficiarios de estos renunciamientos? Las respuestas más lineales pueden no ser las correctas, especialmente en lo que tiene que ver con los espacios opositores. La ausencia de Mauricio Macri del escenario electoral puede no necesariamente terminar beneficiando a Juntos por el Cambio. Especialmente en lo que tiene que ver con el voto más ideológico de ese espacio. El contexto se resignifica a diario.
En otro informe anterior también hablamos de las “contradicciones” de la sociedad argentina. Hay una tentación a la que suelen ceder muchas figuras políticas, que es la de creer que un voto es también una adhesión a determinada plataforma política.
El informe del mes de abril podría ser usado muy fácilmente para cuestionar estos supuestos. Nuevamente medimos la adhesión de la sociedad argentina a determinados postulados o propuestas como “privatizar Aerolíneas”, “privatizar la educación pública” o incluso la mentada “dolarización de la economía” que se discute hoy en todos lados. Todas esas propuestas obtuvieron rechazos mayoritarios en los sondeos.
La sociedad argentina tiene un enorme malestar con la dirigencia política, pero sigue esperando que el Estado resuelva la mayor parte de los problemas.
Llama la atención que incluso entre los votantes de Milei la mayor parte de esas propuestas cosechan grandes rechazos. Supuestos como la dolarización o determinadas privatizaciones solo cosechan leves apoyos mayoritarios entre los núcleos duros más ideologizados.
Un 15% de la muestra dice que votaría a Milei por enojo con la clase política. El porcentaje coincide casi de forma matemática con la intención de voto más dura del liberalismo. No hay grandes márgenes de adhesión a programas económicos o enunciados políticos sino grandes movimientos de voto emocional, la búsqueda de un canal adecuado por el cual manifestar el enojo y la decepción.
La gran pregunta que la clase política debería hacerse es: ¿Cuáles pueden ser los mejores vehículos de esa frustración? Sin dudas Milei aparece como un vehículo importante para gran parte de la sociedad. Pero, ¿qué otros vehículos pueden aparecer?
¿Y sí nos adentramos en un proceso electoral en el que la abstención sea significativa? ¿Quiénes serían los beneficiados y perjudicados de un movimiento de ese estilo?
Son solo algunas de las preguntas abiertas que deja nuestro informe de este mes.
La gestión de Alberto Fernández mantiene sus niveles de negatividad y la percepción sobre el rumbo del país perfora un piso: solo el 14% cree que el país va en la dirección correcta. Aclaración: esta encuesta domiciliaria se realizó antes del renunciamiento del presidente.
La encuesta muestra que posibles medidas como la dolarización, la privatización de las empresas publicas o la libre portación de armas siguen generando más rechazos que adhesiones.
Frente a la opción de elegir entre igualdad social o libertad individual, la mayor parte se muestra favorable a lo primero. A pesar de que hay un descontento pronunciado con la clase política, la sociedad argentina sigue esperando que el Estado resuelva sus problemas.
El enojo es un gran movilizador.
A varios meses de las PASO, esta es la fragmentación existente en el escenario electoral argentino.
El techo de imagen positiva promueve la fragmentación
En cuanto al nivel de imagen de los diferentes dirigentes nacionales, Zuban Córdoba pone la lupa en el 37% de techo que aparece como límite de la paciencia social.
En el Frente de Todos los referentes más valorados son Sergio Massa (+35,6%; -56,3%) y Cristina Kirchner (+34% y -64,2%). Si bien la Vicepresidenta es una de las figuras con mayor potencial de imagen negativa, quien encabeza esta tabla es Alberto Fernández con el -69%.
Encuesta: Zuban Córdoba y asociados