Los rusos en Argentina alertan sobre la “rusofobia”

 Los rusos en Argentina alertan sobre la “rusofobia”

Los rusos que viven en nuestro país aseguran que están sufriendo discriminación y amenazas. «Allá es la guerra, en Ucrania. Nosotros no le estamos disparando a nadie» afirman.

“Tengo que echar al ruso del equipo”. Así empieza el video de TikTok que por estas horas se reenvía en los grupos de WhatsApp de hombres que coordinan para jugar al fútbol. Es un diálogo entre un amigo de ‘el ruso’ y su pareja, mientras a él le cuesta enviarle el audio para decirle que decidieron echarlo, “por invasor”.

“Pero el ruso no es ruso, nació en Palermo. ¿Y le preguntaste si está a favor de la invasión? (está en contra)”. Le retruca ella y le aclara a su marido que incluso él tiene sangre rusa. “Tenés la Sputnik. Dos Sputnik. Producto ruso corre por tus venas”.

El chiste termina. Pero se viraliza y Leonardo Golowanow lo reenvió a Clarín.

“No me podría haber llegado en mejor momento el video, antes de esta nota. Yo soy un ruso de Burzaco, no de Palermo. Mi madre llegó en el ’47 a Argentina y mi padre en el ’48. Venían de Yaroslav. Mis tres hijos son la tercera generación de Golowanow que nacieron en el exilio, es decir, fuera de Rusia. Son rusos argentinos. Y al mayor, de 18 años, mientras compraba el cargador del celular, un amigo que conoce de chiquito le dijo: ‘¿Y? ¿Vas a ir a allá a disparar?’, cuenta.

“Allá” es la guerra en Ucrania. “Nosotros no le estamos disparando a nadie. Comentarios así llegan todo el tiempo”, dice.

 

Leonardo, Irina y sus tres hijos, la tercera generación de la familia rusa Golowanow en Argentina.

 

Leonardo, que es importador de zorras hidráulicas, nació en el ’66 y fue adoptado “a las tres horas de nacer” por esa pareja de rusos inmigrantes.

Además de ir a la escuela rusa en Villa Ballester y haber trabajado en Rusia, continuó adelante con todas sus tradiciones casi de forma ortodoxa. Incluso Irina Lescenco, su mujer desde hace 22 años, es una rusa nacida en Magadan. Leonardo es ruso. Suele viajar a Moscú dos veces por año y siente la rusofobia desde este lado del mundo.

Otros rusos que viven en Argentina hablaron con Clarín y, a las pocas horas, mientras la escalada generaba más noticias y más muertes, decidieron no aparecer en esta nota. “Es un tema muy sensible”; “No quiero que me señalen”; “Sólo hablo con medios rusoparlantes”; “Prefiero ver el texto antes de que se publique”, fueron algunas de las explicaciones.

“Yo me considero ruso. Toda la vida fui ‘el ruso’ y sigo siéndolo. No reniego de ser ruso y menos ahora. Nosotros (por su familia) somos ‘los rusos’. Estoy en el Consejo Coordinador de Compatriotas Rusos, donde fui presidente hasta 2016. Nos sangra a todos el corazón con este tema, de los dos lados. Pero el conflicto lleva 8 años, nos sangra desde hace mucho tiempo. Al mundo le interesa ahora, no que a la gente en Ucrania desde hacía muchos años se les prohibía hablar en ruso”, sigue.

En un momento, Leonardo hasta pensó en comprar una casa en Kiev, la ciudad que hoy parece ser el verdadero objetivo militar de Putin en Ucrania. Desistió antes de todo esto.

Pero el conflicto lleva 8 años, nos sangra desde hace mucho tiempo. Al mundo le interesa ahora, no que a la gente en Ucrania desde hacía muchos años se les prohibía hablar en ruso”, sigue.

En un momento, Leonardo hasta pensó en comprar una casa en Kiev, la ciudad que hoy parece ser el verdadero objetivo militar de Putin en Ucrania. Desistió antes de todo esto.

“A mi despachante de Aduana hoy le pregunté: ‘¿Me vas a atender? ¿O porque soy ruso no me vas a atender más?’. Es que uno está dispuesto a recibir este tipo de maltrato. Pero es la parte que nos toca. Siempre tuvimos la mejor onda en Argentina. Recién ahora pasa esto”, aclara.

A la guerra la llama “una operación militar” y se pregunta “¿por qué las vidas de los que murieron antes son menos importantes de las de los que mueren ahora?”.

Leonardo también envió a Clarín  una foto en la que se lo ve a él, a su esposa y al grupo de niños cantores Rodnichok, junto a Vladimir Medinsky, que en 2015 visitó Buenos Aires como ministro de Cultura de Rusia y hoy es el consejero de Putin que anunció al mundo el acuerdo de los corredores humanitarios para civiles.

 

Leonardo e Irina durante la visita a la Argentina, en 2015, del actual consejero de Putin en la guerra.

 

¿Cómo es ser en Argentina una persona rusa patriota? Hay tres pilares para mantener el patriotismo, aunque se esté tan lejos de la Plaza Roja y más cerca del Obelisco. Nunca olvidar tus orígenes. Seguir las tradiciones. Mantener el vínculo con Rusia.

Algo de eso lo da la tecnología: “Usar el VPN para navegar en Internet como si se estuviese en Moscú, y recibir las noticias como un ruso más”. O lo da la comida: “Sopa borsch y vareniques (otro lazo entre el paladar ucraniano y el ruso)”. O las costumbres: “Sacarse los zapatos antes de entrar a una casa”. O hasta la inmunización: “Elegir darse la Sputnik en vez de la vacuna Pfizer”.

 

Denuncias en el INADI

Silvana Jarmoluk, de 57 años, por estos días también le sangra el corazón, la costumbre y la cultura. Y usa el VPN desde la Ciudad de Buenos Aires, “en contra de la censura de occidente a los medios rusos”.

Nació en la Península de Crimea, en la Ciudad de Alushta, la ex URSS. Cuando tenía seis meses, sus padres la cambiaron su cuna soviética por otra en Mar del Plata.

En Argentina hay 28 organizaciones culturales de rusos. Algunas tienen más de cien años. Todas se nuclean a partir del Consejo Coordinador de Organizaciones de Rusos (CCOCRA). Silvana es la presidenta. Es una referente para la embajada y la Casa de Rusia, además de haber tomado la posta de distribuir la información que le llegaba de forma directa desde el Instituto Gamaleya, fabricante de la vacuna rusa.

Dice que las organizaciones rusas se formaron a través de 136 años de relaciones con nuestro país, que se puede hablar de cinco grandes olas de inmigración de la región -tenemos la comunidad más grande de Latinoamérica- y que “rusos, ucranianos y bielorrusos han vivido en paz en el territorio argentino”. Acá también hay organizaciones nacionalistas y separatistas.

Cuando el Gobierno de la Ciudad suma a la diáspora rusa en alguna feria o evento, la llaman a ella. Y, justamente, se acaba de suspender la festividad del Club de Amigos de Crimea, programada para marzo.

“Estoy casi sin dormir, recibiendo denuncias de rusofobia”, dice a Clarín. Aún no puede comunicar cuántas son las presentaciones que hará en el INADI. Pero está reuniendo casos para un eventual comunicado oficial que emitiría ese organismo contra la discriminación y la xenofobia.

“Un ejemplo es el de una señora que tiene una tintorería y una cliente de siempre le preguntó ‘¿Vos sos rusa o ucraniana?’. ‘Soy soviética’, le contestó ella. ‘¿Pero de Rusia o de Ucrania? Porque si sos rusa no vengo más’”, dice Silvana y repite que no duerme. Tiene sentimientos encontrados.

 

“Tengo familia en Ucrania y en Rusia ¿En qué cabeza cabe que uno no quiera una Ucrania independiente? ¿Pero independiente de qué? No quiero defender a Putin ni al presidente Zelenski. Esto es una pelea entre la misma sangre. Yo, como representante y dirigente de la comunidad rusa, siento dolor en la sangre, en los músculos y en el cerebro. Nunca pensé que esto iba a suceder. Me cuesta compartir la decisión que tomó Rusia. Es un dolor espantoso al llamar a mis amigos allá. Pero me cuesta también creer que Putin sea un loco. Y la rusofobia ya está acá, en Argentina”, describe.

Las amenazas, distingue, “son verbales, por WhatsApp y en la redes, no agresiones físicas”. A diferencia de Alemania, “donde están acuchillando a rusos y los chicos no van al colegio porque les hacen bullying”. Pero acá menciona que ya hay temor por ser ruso. “Los rusos tienen miedo de denunciar el odio que reciben y yo los estoy presionando para que, en vez de decírmelo, lo se presenten formalmente en el INADI”.

Por trabajo -también es cineasta y hace documentales- Silvana viaja a Rusia entre dos y tres veces por año. Cree que el russian hate (odio a los rusos) ya se notó “fuerte” en nuestro país con la vacuna Sputnik V -“Me decían que no tenía papeles, que la ciencia en Rusia no existe”- y que se acrecentó con la guerra.

“Te precalifican: ‘Ah, vos sos ruso’, ‘Los osos caminan por la calle’, ‘Son salvajes’. Hoy Rusia es un país hipercapitalista, al nivel de los principales países del mundo. Por eso es que molesta a occidente. Los rusos no quieren guerra. Deseamos la paz mundial. Rusia no es el verdugo que pretenden mostrar”, cierra. Cree que, de ahora en más, la rusofobia va a escalar.

 

Fuente: Clarín

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