Jair Bolsonaro amenaza a la Corte con un golpe: “Solo Dios me sacará”

 Jair Bolsonaro amenaza a la Corte con un golpe: “Solo Dios me sacará”

Durante actos partidarios en San Pablo y Brasilia, el mandatario atacó al Supremo Tribunal Federal y advirtió que el cuerpo puede “sufrir aquello que no queremos”; piden el juicio político.

En una apuesta política de tono golpista, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, redobló este martes los ataques al Supremo Tribunal Federal (STF) y elevó las amenazas de ruptura democrática con provocadores discursos en actos callejeros en Brasilia y en San Pablo, que coincidieron con los festejos por el Día de la Independencia.

En la tensa jornada, Bolsonaro se dirigió a sus partidarios en la avenida Paulista de San Pablo y tildó de “canalla” al juez de la Corte Alexandre de Moraes, cuando dijo que no respetará “ninguna decisión” de su autoría. Advirtió que Moraes, que investiga a aliados del jefe de Estado por promover fake news, “debe encuadrarse o salir” de su cargo. “Solo Dios me sacará” de la presidencia, desafió Bolsonaro.

“O ese ministro se encuadra, o pide salir de su cargo”, gritó Bolsonaro desde un camión con parlantes, frente a una multitud que lo rodeaba, en su mayoría sin barbijo. La policía paulista estimó que 125.000 personas siguieron el acto. “¡Salí, Alexandre de Moraes! ¡Dejá de ser un canalla!”.

Más temprano, en Brasilia, en el primer discurso del día había amenazado al máximo tribunal: “Ese poder (el STF) puede sufrir aquello que no queremos”.

El blanco no era arbitrario. De Moraes es el juez del máximo tribunal que conduce investigaciones por amenazas y fake news diseminadas por aliados del presidente. Bolsonaro presentó el 20 de agosto un pedido de juicio político contra el magistrado, que fue rechazado por el jefe del Senado. El juez será además el jefe del Tribunal Superior Electoral (TSE) en 2022.

“No es posible que un solo hombre perturbe nuestra libertad (…) Alexandre de Moraes. Deja de ser un sinvergüenza”, insultó Bolsonaro al ministro de la Corte.

En una jornada marcada por amenazas, Bolsonaro volvió a sembrar dudas sobre el sistema electoral de voto electrónico. “La paciencia de nuestro pueblo se agotó. Nosotros creemos y queremos la democracia. No podemos admitir un sistema que no proporciona seguridad. No puedo participar de una farsa como esa patrocinada por el presidente del TSE”, aseguró.

Bajo presión por una creciente crisis política y una desaceleración en la recuperación económica, Bolsonaro y sus aliados habían trabajado para llenar las calles de las principales ciudades en un intento por demostrar fuerza. Los crecientes coqueteos con una ruptura han generado preocupación de los principales actores políticos del país, como el gobernador de San Pablo, João Doria, que dijo por primera vez este martes que Bolsonaro es merecedor de un impeachment.

En Brasilia y en San Pablo, el presidente repitió que existen tres alternativas para su futuro: “Preso, muerto o la victoria”. Y siguió: “Quiero decirles a aquellos que quieren tornarme inelegible en Brasilia que solo Dios me saca de allá [la presidencia]. Aviso a los canallas que yo nunca estaré preso”.

“El presidente tiene un plan que no parece muy claro todavía. Es temprano para decir con seguridad si lo que vemos es apenas retórica”, opinó en diálogo con LA NACION Paulo Calmon, politólogo de la Universidad de Brasilia. Calmon aseguró que el presidente se siente debilitado y está reaccionando a presiones frente a las investigaciones en curso en la Corte y en el Senado por la gestión de la pandemia. “En la lucha por la supervivencia política, se torna más audaz y dispuesto a correr riesgos”.

Miles de personas desbordaron la Avenida Paulista y la costanera de Copacabana, en dos de los actos más convocantes junto con el de Brasilia. Seguidores del presidente ocuparon las calles vestidos con camisetas de Brasil con algunas consignas que pedían “prisión para todos los miembros del STF” o “Intervención militar con Bolsonaro en el poder”.

Núcleo duro

Fue clave la convocatoria de su base de apoyo más dura, como grupos de camioneros y evangélicos, que estuvieron representados en San Pablo por la presencia del popular pastor Silas Malafaia, jefe de la iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo.

En San Pablo, Brasilia y Río, también hubo en simultáneo actos contrarios al presidente en otros puntos de esa ciudades. La jornada estuvo acompañada por fuertes dispositivos de seguridad debido al temor a desmanes, que finalmente no fueron reportados.

Los ministros del STF se mantenían anoche todavía en silencio, posiblemente preparando una respuesta institucional.

Por la mañana, en la previa del primero de los discursos de Bolsonaro, Luis Barroso, vigente presidente del TSE, y Moraes publicaron mensajes sugestivos en sus redes sociales con críticas veladas al presidente.

“El amor a Brasil y a la democracia nos une. Sin vuelta al pasado”, publicó Barroso en un mensaje por el Día de la Independencia, en tanto que Moraes aseguró que la independencia solo se fortalece con “absoluto respeto a la democracia”.

Mauricio Santoro, profesor de ciencia política de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, dijo que los actos significaron la muestra de fuerza que Bolsonaro quería dar, especialmente en San Pablo, con la Avenida Paulista desbordada, en medio de una caída de popularidad y una economía tambaleante.

“Quiso movilizar a su base más radical para enfrentar esos obstáculos y prepararse para el año que viene. Fue un ensayo general para 2022”, dijo Santoro.

El profesor descartó que la retórica agresiva y golpista esté acompañada de un riesgo inminente para la democracia, pero alertó sobre los riesgos de que la atmósfera de conflicto favorezca escenas de violencia política.

“La partidización de las policías actual en Brasil puede llevar a muchas situaciones de violencia y a un escenario como la invasión al Capitolio en Estados Unidos”.

lanacion

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