El Presidente ante una inminente definición traumática: delegar el poder o enfrentar la crisis en soledad
Si avanza con el pedido de Massa y Cristina Kirchner recorrerá el final de su mandato con un gobierno intervenido; si procede con un cambio de nombres, quedará sin sostén político.
Alberto Fernández se enfrenta a una decisión traumática: si avanza con el pedido que le hicieron Sergio Massa, Cristina Kirchner y su círculo de confianza, de avanzar con una profunda renovación del gabinete, habrá delegado el poder y recorrerá lo que queda de su mandato con un gobierno intervenido. Si, en cambio, decide solo un cambio de figuras en el Ministerio de Economía, podría enfrentar en la más absoluta soledad lo que se anticipan como semanas de máxima turbulencia.
Esas son las opciones que se barajan en lo más alto del Poder Ejecutivo. La definición es solo suya. En la cúpula del poder todos aguardan que el Presidente termine cediendo parte de la administración de la gestión y se reconfigura la toma de decisiones. La danza de nombres y potenciales cambios se modifica minuto a minuto.
De esto hablaron durante casi cuatro horas el jefe del Estado y Massa. La incorporación del presidente de la Cámara de Diputados cuenta con el visto bueno de casi todos los integrantes del primer anillo de confianza de Fernández: Santiago Cafiero, Juan Manuel Olmos y Vilma Ibarra, entre otros.
La renuncia de Martín Guzmán, último dique de contención que tenía el Presidente, expuso al máximo la fragilidad del Gobierno. Es por eso que en el Gobierno admiten que las tratativas con Massa son decisivas para configurar el próximo esquema ministerial.
La falta de reacción fue otro de los síntomas que provocó algunas discusiones internas en las últimas horas. En el entorno del mandatario cayó muy mal que, pese al impacto de la salida de Guzmán, Fernández -como publicó Clarín- se quedó toda la tarde en la casa del empresario Fabián de Sousa, uno de los dueños del Grupo Indalo y socio de Cristóbal López.
El Presidente recién emprendió la vuelta desde Zárate cerca de las 20, cuando la crisis era total. En la quinta presidencial de Olivos, a diferencia de lo que se dejó circular en un primer momento, no había ministros ni funcionarios esperándolo. Todas las comunicaciones fueron por teléfono.
Este comportamiento hizo recordar a lo que ocurrió a fines de marzo. En ese momento, ante un nuevo avance de la expresidenta, el Presidente había decidido avanzar con un cambio en el gabinete. Todo estaba listo para ser anunciado después de Semana Santa, pero finalmente no ocurrió. Se trataba de cambios “quirúrgicos”, entre ellos la salida de Guzmán, con el objetivo de calmar las críticas internas y mantener el equilibrio en el Frente de Todos.
Alberto Fernández estaba decidido, pero al final frenó todo. Nunca le explicó a sus colaboradores más cercanos porque lo hizo, pero algunos de sus ministros quedaron preocupados por lo que se evidenció como una falta de reacción. Hoy, en un escenario aún más volátil y complejo, ese recuerdo volvió.
LaNación