De pronto, las PASO son más efectivas que las vacunas

 De pronto, las PASO son más efectivas que las vacunas

NOTICIAS ARGENTINAS BAIRES SEPTIEMBRE 21: El jefe de Gabinete Juan Manzur y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, reunidos previo a la conferencia de prensa que ofrecieron en Casa Rosada. Foto NA

Hay cosas que las elecciones pueden cambiar y otras que no y hasta las pueden empeorar. De pronto, las PASO pusieron en cuarentena a la cuarentena de la que el gobierno al principio se enamoró y prolongó absurdamente porque le daba réditos en las encuestas.

Más efectivas que las vacunas, las PASO están terminando con la pandemia. Habría que hacerlas más seguido. Se abren boliches, fronteras y recitales, Kicillof pone clases los sábados (y de hecho reconoce que la Ciudad tenía razón con no cerrar los colegios a lo loco), la gente a las canchas y barbijos afuera ordenó Vizzotti, aunque eso es cosa de cada provincia y no de ella. Si nos embalamos, la movida electoral puede llegar a disolver hasta la variante Delta.

Hay cosas que el tiempo puede cambiar y otras que no. Aquí está la comprobación, que es múltiple. Flamante (es un decir) ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, en su primera conferencia de prensa, dijo que Elisa Carrió es “una señora sucia en todo sentido”. Ofreció su primer insulto y su primer título. Sigue siendo el mismo Fernández ordinario de siempre, con perdón de la palabra.

El otro Fernández citaba a los gobernadores en La Rioja. Quería hacer notar que ahora los tiene más en cuenta. Fueron sólo diez. Les prometió que iba a hablar con ellos de los cambios de ministros. Pero cuando se juntaron, los cambios ya habían sido anunciados.

El que pareció más enojado fue el puntano Rodríguez Saá:

-¿No nos habías llamado para discutir sobre el nuevo gabinete?, le soltó.

Después, Fernández la pasó mal con Jaldo, el vice tucumano enfrentado a muerte con Manzur. Massa se ofreció para convencer a Jaldo de que renunciara al derecho de reemplazar al gobernador, como Manzur pedía.

-Está todo arreglado, informó Massa. Error: debió meterse Fernández, que habló con Jaldo y también patinó. No quedó más remedio que terminar en Cristina, que se escapó por la tangente. Al final, Jaldo se salió con la suya.

Aníbal y Alberto Fernández, el lunes en la jura de los nuevos ministros. Foto EFE

Aníbal y Alberto Fernández, el lunes en la jura de los nuevos ministros. Foto EFE

En paralelo y para disimular su obediencia debida, Fernández maniobró para que Cafiero se quedara en el gobierno. Lo nombró para negociar los cambios de ministros ante Cristina, que puso de interlocutor nada menos que a De Pedro, el ministro que lo había desairado renunciando por los medios. Resultado: De Pedro siguió en Interior y Cafiero consiguió que lo depositaran en la Cancillería, un lugar que le resulta totalmente ajeno. Allí alguna vez estuvo Saavedra Lamas, el primer Nobel latinoamericano.

La que no logró colar fue Nicolini, asesora estrella que Fernández quiso poner como segunda de Cafiero. Nicolini es la misma que le mandó una carta al fondo ruso propietario de la Sputnik en la que confesó: “Nosotros respondimos siempre… pero ustedes nos están dejando con muy pocas opciones para pelear por ustedes y este proyecto”.

Cristina frenó el pase de Nicolini y bajó la orden de que siga ahí Tettamanti, kirchnerista y de familia de diplomáticos. Un acto de sensatez: era demasiado poner al frente a dos que no tienen idea de política exterior. Nada que espante a quienes trabajan en la Cancillería, que aún alberga una carrera de excelencia, concursos bastante transparentes y funcionarios profesionales que deben convivir con embajadores políticos de pésimo nivel.

Nicolini llegó al gobierno por Enríquez-Ominami, chileno y dirigente progresista y que le vendió a su amigo Fernández la idea de presidir la CELAC, una entidad que Brasil desprecia y Cuba, Venezuela y Nicaragua pretenden convertir en una mini OEA sin Estados Unidos ni Canadá.

Santiago Cafiero y Cecilia Todesca pasaron de la Jefatura de Gabinete a la Cancillería. Foto Federico López Claro

Santiago Cafiero y Cecilia Todesca pasaron de la Jefatura de Gabinete a la Cancillería. Foto Federico López Claro

La CELAC no tiene sede pero en los hechos la maneja México. Quienes se dedicaron a juntar votos para Fernández fueron diplomáticos profesionales enviados al Caribe y a Centroamérica. Tuvieron éxito con casi todos los países menos con Nicaragua, que vetó la candidatura. Y como la presidencia debe ser elegida por consenso, la designación de Fernández naufragó.

La improvisación y la incongruencia llevaron luego a Fernández a bajar al ex canciller Solá en pleno vuelo a esa reunión. Viajaba en representación del presidente. La participación de Solá en México terminó en un papelón: enojado con Fernández, delegó la lectura del documento con la posición argentina en un funcionario de carrera.

Solá se fue de la Cancillería y nadie extrañará su gestión, gobernada por una ideología pasada de época y el zigzagueo permanente.

fuente: clarin

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