Crónica desde Times Square: Reflexiones de un viaje entre luces, teatros y aprendizajes turísticos

Desde el corazón de Manhattan, el comunicador Mario cerró su recorrido por los Estados Unidos con una última parada en Times Square, la emblemática intersección neoyorquina que simboliza el vértigo, el brillo y el pulso cultural de Nueva York. En su relato, compartió una mirada íntima y reflexiva no solo sobre la ciudad, sino también sobre el potencial y la calidad de los servicios turísticos en Puerto Iguazú.

“Volvemos a Nueva York, a esta calle icónica que todo el mundo quiere conocer cuando llega a la isla de Manhattan”, expresó, en referencia a Times Square, un espacio que supo tener un pasado turbulento. Recordó cómo, décadas atrás, era una zona asociada al cine para adultos, bares marginales y altos índices de inseguridad. “Con la llegada de un intendente que muchos habrán escuchado nombrar, Rudolph Giuliani, esta avenida cambió su fisonomía: volvió a ser segura y se convirtió nuevamente en el centro de Manhattan”, describió.

Hoy, Times Square es sinónimo de pantallas gigantes, tiendas de lujo, espectáculos callejeros y turismo masivo. Pero más allá de la postal luminosa, Mario destacó otro aspecto esencial de la ciudad: su oferta cultural. Mencionó los museos, los teatros de Broadway y el valor de experimentar una obra en vivo, incluso cuando el idioma puede ser una barrera. “Por la tecnología, el despliegue, las luces, la música y todo lo que representa, vale la pena ir a ver alguna de estas obras”, reflexionó.

Como cierre de su crónica, Mario planteó una comparación que invita a pensar: “Nosotros, que vivimos en Puerto Iguazú, en un destino turístico internacional, podemos rescatar ideas que mejoren nuestros servicios. Pero también, nos damos cuenta de que muchos de los servicios que brindamos —principalmente desde lo humano y lo relacional— son de mejor calidad y más eficientes que los que se prestan aquí”.

Su testimonio no solo retrata una vivencia personal de viaje, sino que deja una invitación abierta a valorar lo propio, mejorar lo que haga falta, y seguir construyendo un destino que, como las luces de Times Square, brille con identidad propia.