Más de la mitad de las familias tiene deudas por la compra de alimentos
Según una encuesta nacional, desde el día 15 de cada mes los argentinos agotan sus ingresos y empiezan a recurrir a «tarjetazos» y al «fiado».
El fenómeno de la inflación en Argentina generó una situación peculiar en los almacenes y comercios de cercanía barriales: el día 15 ya se considera fin de mes.
En este sentido, un relevamiento realizado en todo el país por el Centro de Almaceneros y Comerciantes Minoristas de Córdoba determinó que el 54% de los hogares utiliza la tarjeta de crédito para comprar alimentos, lo que demuestra lo difícil que es llegar a fin de mes para muchos argentinos.
El uso de los plásticos se acelera a partir del 15 de cada mes cuando las familias gastaron ya sus ingresos. El estudio fue realizado para conocer la situación de endeudamiento en los hogares argentinos y de allí se desprendió un dato alarmante sobre el uso de la tarjeta de crédito.
Según los resultados de la encuesta, el 93% de los hogares argentinos posee algún tipo de deuda, el 35% de los hogares posee una sola deuda, mientras que el 57% entre dos y tres, y el 8% restante deberá afrontar más de tres.
El dato que sobresale es que el 54% tiene deuda por la compra de alimentos. En tanto, el 16% usa la tarjeta para pagar deudas por la carga de combustible; el 12% por el pago de impuestos y servicios; el 11% por la compra de indumentaria y el 5% por la compra de electrodomésticos.
De hecho, en las compañías de tarjetas de crédito admiten que ven un incremento de las compras con plásticos en los supermercados e incluso la financiación en cuotas en los últimos meses que llega hasta los dos dígitos respecto al año pasado. Algunas empresas hablan de una suba del 15% en el segundo trimestre respecto del primero.
“Más del 90% de los hogares argentinos está más endeudado. El 35% de las familias posee una sola deuda, pero el 57% entre dos y tres. Teníamos deuda con tarjeta de crédito, ahora tienen el cupo colapsado y comenzaron a pedir fiado en comercios de proximidad”, admitió el titular del Centro de Almaceneros de Córdoba, Germán Romero.
“Hasta el 15 con efectivo, después con crédito”
Fernando Savore, vicepresidente de la Federación de Almaceneros de la Provincia de Buenos Aires, expuso esta realidad en una entrevista concedida a Radio Mitre, donde describió cómo la inflación y la reducción del poder adquisitivo alteraron drásticamente los patrones de consumo en los almacenes y pequeños comercios. Savore explicó que los primeros 15 días del mes, los clientes tienden a comprar marcas de primera línea y a utilizar dinero en efectivo, mientras que a partir del día 16, se observa un cambio significativo en el comportamiento de consumo.
“Del primero al 15 o del cinco al 15 -la realidad es que la gente no cobra el primero- uno ve que el pago es efectivo, débito, QR, transferencia, sea dinero virtual o dinero físico, el dinero está. Pero a partir del día 15, ya el 16, la gente empieza con este tema de la tarjeta de crédito”, relató Savore.
“Fiados”
Este cambio de comportamiento se debe a que, hacia mediados de mes, muchos consumidores agotan sus ingresos y recurren a tarjetas de crédito o incluso a “fiados”, algo que en tiempos pasados era menos común en las compras diarias de alimentos básicos.
“El cliente siempre es respetuoso y entra al negocio y pregunta, ‘¿puedo pagar con una tarjeta de crédito?’ Y bueno, es como decir, o lo tomas o lo dejas, ¿no es cierto?”, agregó Savore, subrayando la adaptabilidad que los comerciantes han tenido que adoptar para mantener las ventas.
Otro aspecto destacado por Savore es la creciente preferencia por marcas PyME en detrimento de las marcas líderes, cuyo precio se ha vuelto inasequible para muchos. “Después del 15, se refugian más en las marcas PyME. Por ejemplo, lo que decían recién del tema de la gaseosa, la gaseosa de primera marca ha crecido tanto en precios que le han ganado mucha góndola las marcas PyME, y así ocurre con un montón de mercadería”, explicó.
Savore ilustró esta situación con ejemplos concretos. Mencionó un polvo para hacer bizcochuelo, cuyo precio casi se duplicó en poco tiempo, obligando a los comerciantes a discontinuar su venta debido a la falta de demanda y a los altos costos asociados.
“Ese polvo para bizcochuelo estaba de costo casi 3.000 pesos. Yo decía, pero 3.000 pesos… ahora cuesta 1.600. Bajó a la mitad, pero porque la empresa interpretó que había exagerado con el precio o el mayorista, no sé quién, pero el precio estaba demasiado caro”.Savore también destacó cómo la conducta de pago cambió drásticamente. En los primeros días del mes, los pagos se realizan en efectivo o con métodos electrónicos directos, pero hacia la segunda mitad del mes, el uso de tarjetas de crédito se vuelve predominante.
Este cambio ha obligado a muchos comerciantes a aceptar tarjetas de crédito, a pesar de los costos adicionales y el tiempo de espera para el cobro.
Dinámica de consumo
“La verdad que ver pagar cinco artículos, que estamos hablando de un puré de tomate, de un fideo, cosas muy elementales, y lo pagan con una tarjeta de crédito”, comentó Savore, reflejando la gravedad de la situación económica para muchos consumidores. Además, muchos clientes habituales recurren al fiado, confiando en la relación de largo plazo con los comerciantes para sobrevivir hasta el próximo ingreso.
“Uno lo anota porque en el negocio nuestro está, y como está en un montón de colegas, entonces cómo decirle que no a un cliente que a uno le da de comer todo el año”.
“Lácteos por las nubes”
El aumento constante en los precios de los alimentos básicos también cambió la dinámica de consumo en los almacenes. Productos como la leche, los lácteos y los quesos se han vuelto casi inasequibles para muchos. Savore detalló cómo los lácteos han aumentado significativamente en los últimos meses, con precios que casi se duplican cada pocos meses.
“Lo que es lácteos aumentó un 12% más un 15% en enero, 15% más en febrero y marzo, y después tuvimos entre un 5% y un 7% mensual. Esto le da un acumulativo casi de un 80%”.
Este incremento llevó a muchos consumidores a reducir o eliminar estos productos de su dieta diaria, optando por alternativas más económicas como la polenta y los fideos.
Savore también señaló cómo las marcas de primera línea han perdido terreno frente a las marcas PyME debido a sus altos precios.
“Un pan lactal de primera marca cuesta $4.200 pesos contra uno de marca PyME que cuesta $1.900 del mismo gramaje. Y está el que dice, ‘la primera marca, por más que me guste, no la puedo comprar’. Y hay gente que dice, ‘lo puedo comprar, pero me niego a pagar esta exageración’”. Este fenómeno no solo afecta a los consumidores de menores ingresos, sino también a aquellos de clase media que, aunque podrían permitirse pagar más, deciden no hacerlo por principio.
La demanda de productos de primera marca disminuyó significativamente, forzando a los almacenes a adaptar su oferta para satisfacer las nuevas preferencias de sus clientes.
“Estamos al límite”
Para los comerciantes, esta situación presenta desafíos únicos. Savore aseguró este jueves en CNN Radio que “los comerciantes estamos mucho más al límite” por la caída del consumo en el país.
“Estoy saliendo de un mayorista porque me faltaban algunos productos. Como comerciante, no te podés stockear tanto porque los productos tienen fecha de vencimiento”, explicó Savore. Y agregó: “Cuando las ventas se deprimen, hay que ser muy cauto”. “Como comerciante, comprás en función de la venta”, reiteró, y sostuvo que “es una de las charlas que tuve con empresarios que conozco desde hace tiempo. Quieren seguir subiendo los productos y se van extinguiendo algunas marcas”.
Por otra parte, Savore afirmó que “a partir de que hubo un gran incremento en las tarifas de energía, el gas y otras cuestiones pensaba que iba a ser complicado esta parte del año”.
Además de tener que gestionar sus inventarios y precios en un contexto de alta inflación, deben adaptarse a las nuevas formas de pago y mantener la relación de confianza con sus clientes.
Savore mencionó cómo muchos almaceneros han dejado de ofrecer fiados a largo plazo, una práctica común en el pasado, y ahora se limitan a cortos plazos de cuatro o cinco días.
El aumento de los costos operativos, como las tarifas de servicios públicos, también está afectando a los comerciantes. Savore compartió su experiencia personal: “Yo pagaba de luz mensualmente $97.000 pesos y ahora pago $238.000. O sea, hace tres meses que estoy pagando casi tres veces más”.
Esta presión adicional sobre los márgenes de ganancia de los comerciantes complica aún más su capacidad para ofrecer precios competitivos y mantener sus negocios a flote.
Pese a estos desafíos, muchos comerciantes están encontrando formas de adaptarse y sobrevivir. La aceptación de tarjetas de crédito, aunque no ideal, se ha convertido en una necesidad para mantener las ventas. Además, la oferta de marcas PyME se ha expandido, proporcionando a los consumidores alternativas más asequibles sin sacrificar la calidad.
Savore destacó la importancia de mantener la calidad de los productos PyME para asegurar la satisfacción del cliente y fomentar la repetición de la compra.
“En el tema pan lactal, por ejemplo, trabajo dos marcas PyME. Ese pan lactal cada vez crece más en la góndola y cada vez le crece más la primera marca”, confiesa savore finalmente.
El consumo de carne en mínimos históricos
La Argentina ha estado enfrentando una recesión económica este año. En un intento por controlar la inflación y estabilizar el país, el presidente Javier Milei devaluó la moneda y erosionó el poder adquisitivo de los consumidores. Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, publicado este mes, reveló que el consumo de carne vacuna alcanzó el nivel más bajo en un siglo en Argentina, el país famoso por sus parrillas.
Con sus precios elevados, la carne se convirtió casi en un artículo de lujo, siendo intercambiado por otras proteínas, como el pollo o el cerdo.
La encuesta estima que el consumo medio anual del producto será de apenas 44,8 kg por habitante en 2024, una reducción considerable respecto a la media histórica de 72,9 kg.
“Por primera vez desde que se tiene registro, el residente promedio de Argentina consumiría la misma cantidad de carne vacuna que de aves en 2024 (alrededor de 44,5 kg). El consumo de carne de cerdo, a su vez, aumentaría 1,1 puntos porcentuales respecto al año anterior”, explica el comunicado.
Con el dinero que actualmente se utiliza para comprar un kilogramo de carne vacuna, el consumidor adquiere casi dos kilogramos de carne de cerdo o pollo. Aún así, se estima que los argentinos están comiendo menos carne en general: se calcula que será apenas 105,7 kg en 2024, frente a los 112,8 kg registrados en la última década.
La producción de carne vacuna también mostró una tendencia a la baja. En los primeros 6 meses de 2024, la industria frigorífica generó 1,49 millones de toneladas, lo que representó una caída del 10,1% interanual y una retracción de 168,1 mil toneladas de res con hueso. En junio, la producción fue equivalente a 232.000 toneladas de res con hueso.
El consumo en supermercados se desplomó otra vez en julio: cayó 18%
Pese a que el gobierno de Javier Milei festejó el miércoles cifras relativamente buenas sobre las ventas de supermercados en mayo, que se habían mantenido en junio, este indicador vuelve a desplomarse en julio. Según anticipan en el sector, el consumo en las grandes cadenas cayó un 18% interanual y también bajó en el registro intermensual.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) mostró este miércoles que en mayo las ventas de los supermercados cayeron un 9,7% interanual (además de un 13% en los mayoristas).
Aunque el dato es objetivamente pésimo, la relativa “buena” noticia fue que implicó un recorte del desplome todavía mayor que se había visto en abril, de un 17% en los super (y de un 21% en mayoristas). También, que supuso un repunte intermensual del 3,9%, aunque, vale aclarar, tras una baja intermensual similar el mes previo.
“Ayer (miércoles) el INDEC publicó el crecimiento en mayo vs abril del consumo en supermercados del 4%. La letanía de los fracasados se quejaban que era un dato viejo”, festejó en X (Twitter) Antonio Aracre, ex CEO de Syngenta y ex asesor de Alberto Fernández devenido en libertario, en un posteo que fue retuiteado por el propio Milei.
Sin embargo, al Gobierno le será complicado extender ese festejo a lo que ocurrió después. En junio, el consumo en supermercados cayó un 12,5% interanual, reveló el informe de la consultora Scentia, profundizando en casi tres puntos la baja de mayo. La medición intermensual de la consultora fue de una leve suba, del 0,6%.
Y, en julio, el desplome fue todavía peor. Fuentes del supermercadismo anticiparon a El Destape que la baja intermensual del mes es, a una semana del cierre, del 18%. Superaría, comparando con la medición del INDEC, a la mayor caída de la era Milei, precisamente la del 17% de abril.
Escenario preocupante
A ello se agrega una nueva caída intermensual, que es, provisoriamente, del 4%, apuntan en el sector. Se trata de un escenario preocupante para el oficialismo. En primer lugar, porque el relativo buen dato de mayo obedeció en parte a que ese mes hubo un congelamiento total de luz, gas, transporte y combustibles, por lo que la gente, pese a no percibir una importante (nueva) baja del salario real, no debió destinar una mayor proporción de sus ingresos al pago de estas tarifas, al revés de lo ocurrido con los tarifazos de abril.
Pero, en julio, este derrumbe precisamente se da incluso cuando casi todos estos mismos precios regulados volvieron a ser congelados, ya que se postergaron aumentos en luz, gas y en el boleto de colectivos del AMBA, según determinó el ministro de Economía, Luis Caputo. La única suba, leve, fue en los combustibles, que aumentaron un 4%.
Suba de precios
En segundo lugar, la fuerte retracción del consumo masivo en julio muestra el efecto de una nueva aceleración de la suba de precios.
No solamente por el crecimiento de la inflación en junio (4,6% versus 4,2% en mayo), sino, sobre todo, por la suba de la brecha cambiaria entre dólar oficial y blue, MEP y CCL, que se ubicó en torno al 60% en las últimas semanas.
Esto generó que a inicios de mes se registrara un traslado a precios de entre un 6 y un 7% en las góndolas, según señalaron desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Como consecuencia, “los alimentos percibieron un alza del 1,8% en la primera semana de julio, la mayor desde inicios de marzo”, mostró la medición de la consultora LCG.
Así, se aleja el objetivo planteado por Caputo el martes en la reunión con los referentes de las grandes cadenas de supermercados.
Según los trascendidos, en ese marco aseguró a los presentes que la inflación de los supermercados podría llegar a cero antes de fin de año. La nueva retracción del consumo, en parte por el aumento de la inflación, muestra que el ministro de Economía aspira a prever el comportamiento de una variable que no controla.
Fuente: medios digitales