La permeabilidad de las fronteras en Misiones reflejada en dos casos recientes que involucran niños

 La permeabilidad de las fronteras en Misiones reflejada en dos casos recientes que involucran niños
La desaparición de Loan Peña en Corrientes volvió a poner en el tapete la necesidad de tomar medidas para luchar contra la trata de personas en al región, y en ese punto la permeabilidad de las fronteras en Misiones es un tema para abordar

La desaparición de Loan Danilo Peña en Corrientes, y el giro de la causa hacia la investigación de un secuestro con fines de trata volvió a poner en el centro del debate la permeabilidad de las fronteras argentinas. La facilidad con la que se puede salir o entrar del país por sectores poco controlados es un tema que desde hace tiempo ocupa espacio en los medios regionales, que hoy vuelve a estar en la mira del resto del país. En los últimos meses, dos casos que tuvieron fuerte repercusión en Misiones, y que tienen como protagonistas a menores, fueron ejemplos de esa permeabilidad.

Misiones tiene 1100 kilómetros de fronteras. Su posición geográfica la convierte en una provincia muy singular. Los ríos Iguazú, San Antonio, Pepirí Guazú y Uruguay constituyen los límites con el Brasil hacia el Norte, al Este y al Sur. Al Oeste, el río Paraná marca el límite con la República del Paraguay. Además la provincia tiene unos pocos metros de frontera seca: la localidad de Bernardo de Irigoyen se conecta por una calle urbana con la vecina brasileña Dionisio Cerqueira.

La permeabilidad en varios puntos de la zona fronteriza es más que sabida, pero en el último tiempo quedó aún más en evidencia por la aparición de dos menores de edad paraguayos de quienes no se determinó como llegaron a Puerto Iguazú, pero que tampoco hubo muchos avances para determinarlo. Uno de ellos es un joven de 12 años, que el sábado fue hallado deambulando en la localidad turística sin documentación. El pequeño, oriundo de Yguazú, quedó a resguardo de las autoridades locales un día hasta que su mamá se hizo presente, convocada tras gestiones con la Policía Nacional de Paraguay y el consulado local. La madre expresó que tiene cinco hijos y que el pequeño se había movilizado por la frontera por sus propios medios, aunque no trascendieron mayores detalles. El menor pudo volver al país luego de la confección de un pasaporte provisorio provisto por la vicecónsul Alejandra Artigas.

El 23 de mayo, en tanto, una vecina de 58 años del barrio Villa 14 denunció que cerca de las 8.40 circulaba por la calle Los Troncos y observó que un niño cayó de la parte trasera de una furgoneta color blanca, siendo abandonado por los ocupantes del vehículo en el lugar. Mediante las investigaciones, se pudo establecer que había ingresado al país de forma ilegal por el barrio Riveras del Paraná. El médico policial que lo examinó expresó que presenta politraumatismo con hundimiento de cráneo en la región parietal, además de excoriaciones leves y con riesgo de muerte. Desde el hospital señalaron que tenía un traumatismo de cráneo, pero estuvo en el nosocomio internado solo por algunas horas. Luego, también con la intervención del consulado, el niño fue buscado por sus padres y llevado a Paraguay en ambulancia.

Pero el tema no es nuevo. Podemos irnos a archivos del 2015 y 2018 para contar algo más, pero también más atrás, hasta el 2011 cuando un documento del departamento de Estado de los Estados Unidos alertaba sobre la permeabilidad de la Triple Frontera para la trata de personas.

Frontera Colador

En febrero del 2015 El Territorio como se vivía en «la frontera colador» del río Uruguay. «Una familia llega hasta la costa del río Uruguay del lado brasileño, el padre se para en el borde del barranco y silba. A los pocos minutos un ‘caíco’ (canoa) a motor sale del lado Argentino y a los 3 minutos la familia y sus bolsos ya están en Argentina de forma ilegal y a pocos metros de un paso fronterizo legal, custodiado por las fuerzas federales. La escena se repite en todas las ciudades, que son fronterizas con Brasil y que sólo están divididas por el angosto y tranquilo río Uruguay», se relata en aquella nota que reflejó una realidad que aún hoy continúa.

Unos años más tarde, en 2018, El Territorio viajó a San Antonio, para ver otra de las situaciones de la frontera colador. «Viernes 28, 11.18. Desde Santo Antonio do Sudoeste (Brasil) un hombre avanza tranquilo hacia la margen del manso río San Antonio que limita con un barrio periférico de la fronteriza localidad argentina homónima. Pretende ingresar al país con dos cajas de pollo sobre sus hombros. Metros antes de cruzar la resquebrajada pinguela de madera, apenas apoyada sobre el angosto cauce a modo de puente internacional, se da cuenta del movimiento periodístico y duda. Aplica un freno a sus pasos, retrocede sigiloso profiriendo insultos en portuñol y se pierde por el mismo trillo que pasa al costado de una casona de madera. No volvió a aparecer, pero dicen que todos los días hace entre ocho y diez cruces con diversos productos», relata el periodista que viajó al lugar.

Y continúa, «mismo día, 12.14. Sobre la avenida Internacional de Bernardo de Irigoyen circula lentamente una camioneta ploteada con logos de una conocida marca de cerveza. El conductor observa, ávido de alguna señal que llega repentinamente desde un lujoso automóvil al mando de una mujer que se acerca lentamente en sentido contrario, pero por la avenida de idéntico nombre que recorre Dionisio Cerqueira, en territorio brasileño. Señas de luces. Gestos. Se detienen a la misma altura, enfrentados. Cada uno en su país. Los separa únicamente el moderno sendero que marca el límite entre ambas naciones, pero sin importar la hora o la cantidad de personas en los comercios, inician la maniobra. En un improvisado pasamanos, ella saca de todos los rincones de su vehículo alrededor de dos decenas de cajas con cerámicas y él las acomoda rápidamente en la cajuela de la camioneta. Minutos después, ambos se encuentran sobre la imaginaria línea divisoria, estrechan manos y cada uno sigue por su lado, como si nada».

Frontera Permeable en 2011

En 2011, a través de un escrito oficial concretado desde el Departamento de Estado de los Estados Unidos, decía que la Argentina es “un país de origen, tránsito y destino de hombres, mujeres y niños víctimas de la Trata de Personas con fines específicos de prostitución y trabajo forzoso”. Allí se agrega que muchas de las víctimas del citado flagelo provienen de zonas rurales o provincias norteñas, y son obligadas “a ejercer la prostitución en centros urbanos o provincias prósperas del Centro y Sur del país”.

Se señalaba como “zona lábil” a la Triple Frontera con Paraguay y Brasil, donde también “constituye un problema” el turismo sexual, específicamente en la jurisdicción misionera, al igual que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los expertos analizan que las extensas fronteras de Argentina dificultan el monitoreo y convierten al país en lugar de tránsito para los tratantes y sus víctimas. El Código Penal no lo prohíbe, subraya el informe, “y el Gobierno no penó a ningún turista de esta clase”.

Bajo el título “Informe 2010 sobre Trata de Personas”, se analizaba de manera pormenorizada a las particularidades de la Trata en el país. El trabajo es de junio del año pasado, pero ahora se le agregaron dos apartados especiales donde se ofrece un panorama sobre este delito en la zona de la Triple Frontera. Al decir del documento público, “una gran cantidad de mujeres y de niños extranjeros, principalmente de Paraguay, Brasil, Perú y República Dominicana, son forzados a ejercer la prostitución en Argentina”, consigna el Departamento de Estado norteamericano. Además por el país también pasan esclavas sexuales que terminan en Chile, Brasil, México y Europa Occidental.

“Ciudadanos bolivianos, paraguayos, peruanos, colombianos y dominicanos son sometidos a trabajos forzados en talleres clandestinos, emprendimientos agropecuarios, y en forma creciente, en almacenes y venta callejera”, se explicaba.

La desaparición de Loan Peña volvió a poner sobre el tapete la necesidad de trabajar desde el Estado Nacional en la lucha contra la trata de personas, uno de los crímenes que se considera de orden internacional, por lo que el control de las fronteras del país debe estar entre las prioridades para luchar contra este flajelo.

Fuente: El Territorio 

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