«La Provincia y la Nación no estuvieron a la altura del crecimiento de Iguazú», expresó el Arquitecto Alfredo Garay
En la década del 80, ante la necesidad de contar con un plan maestro de desarrollo urbano, se creó durante la gestión del intendente Roberto «Negro» Velázquez un plan regulador, para lo cual se contrató al arquitecto Alfredo Garay.
En contacto telefónico con Radio Yguazú Misiones, Garay explicó que la relación entre Puerto Iguazú y la Municipalidad de Moreno, en el Gran Buenos Aires, nació a partir de un convenio entre ambas localidades. Gracias a este acuerdo, muchos chicos de Puerto Iguazú pudieron conocer Buenos Aires, mientras que chicos de Moreno visitaron las Cataratas del Iguazú.
Asimismo, comentó que entre las cláusulas del convenio, se establecía que el área de planeamiento de la municipalidad iba a apoyar el desarrollo de un plan regulador en Puerto Iguazú porque se acababa de crear el dicho municipio. A raíz de todo ello, se pensaba que Iguazú iba a experimentar una gran transformación.
«El problema era que la transferencia de tierras de Parques Nacionales a la Provincia no había sido una transferencia al municipio sino a la Provincia. La ciudad de Iguazú estaba creciendo y creciendo, entonces para poder regularizar había que tener parcelas normales, es así que lo primero que se planteó como necesidad de hacer fue trazar los barrios, es decir, hacer que las parcelas tengan unas medidas regulares», expresó Alfredo.
Seguidamente, relató que descubrieron que «el paisajista Carlos Thays había diseñado un plan para Puerto Iguazú, específicamente en Villa Alta. Retomamos la idea de ese trazado, lo que nos llevó a mover algunas casas que estaban mal posicionadas respecto a los límites del terreno».
Posteriormente, «surgió una discusión con el Gobierno Provincial. Nosotros decíamos que tenían que regularizar rápido ya que era indispensable para que la ciudad pudiera progresar. En ese momento, el gobernador era Ricardo Barrios Arrechea y le plantee una movilización enorme, desplazándonos en camiones y micros hasta Posadas. El gobernador respondió enviando un agrimensor, quien estuvo trabajando mucho tiempo en la regularización de las tierras».
El Arquitecto contó que a partir de ese momento, surgió la necesidad de elaborar un plan general para la ciudad que prevea su crecimiento. En ese tiempo, el tema de discusión principal eran las 600 hectáreas donde aún vivía la comunidad Guaraní.
En ese contexto, el Arquitecto señaló que ocurrieron hechos que consideró negativos. Uno de ellos, con un plan llamado Ñanderoga, «mudaron a la comunidad Guaraní del lugar donde ellos vivían originalmente, la llevaron a unas casas de madera; y ahí empezamos a observar que la comunidad comenzó a circular pidiendo limosnas o trabajando en los basurales».
Y agregó que «la idea era que las 600 hectáreas no fuera explotado como una zona hotelera, sino que los hoteles estuvieran en la ciudad».
También, «el plan planteó la creación de un Parque Industrial que en poco tiempo fue un éxito, es decir que inmediatamente todo lo que empezó a ser el tránsito de frontera de mercaderías en camiones, comenzó a organizarse alrededor del Parque Industrial y hubo todo un crecimiento en la ciudad, que a la vez le generó empleo a los barrios que estaban a continuación de Villa Alta».
Por otra parte, indicó que «desde el año 83 hasta la actualidad, hubo períodos intercensales en que Iguazú triplicó su población y eso no es normal, es decir que la media nacional es que crezca el 15%. Una ciudad que crece el 300% su población es muy difícil que pueda acompañar ese crecimiento consolidando las áreas urbanas. La Provincia y la Nación no estuvieron a la altura de ese nivel de exigencia, siendo un lugar que tiene más de un millón de turistas por año», sostuvo Alfredo.
Además, añadió: «Hubo algunos errores grandes. Por ejemplo, cuando se hizo la ampliación del área de remonte y veterinaria, planteé que debía hacerse de forma paulatina, con pequeños focos de habitación y respetando el bosque circundante. Recuerdo que, en ese tiempo, surgió la discusión sobre la ocupación informal de tierras; lo que observamos fue un proceso permisivo de ocupación, en lugar de que la gente se anotara y se le asignara una parcela con un trazado administrado por el municipio. Las personas ocupaban tierras reivindicando tener chacras, y vimos que esas chacras que se le dio a gente muy pobre, al poco tiempo, se vendieron y se convirtieron en quintas de personas con alto poder adquisitivo de la ciudad».
«Allí hubo un proceso, donde el control sobre cómo era la urbanización, cómo se cuidaba el bosque y se asignada la tierra con criterio social, apareció como muy distorsionado».
Por último, Garay resaltó que «es posible poner orden en cualquier ciudad. Iguazú no es una ciudad tan grande como para que esto sea un problema insoluble. Poner orden significa tener un pensamiento respecto de lo que el municipio tiene que hacer, no solo responder a los problemas que aparecen, sino de alguna manera anticiparlos. Ese es, un poco, el papel que cumple el área de planeamiento».