«La escuela no entusiasma a los chicos, se tornó aburrida»
La especialista en innovación educativa disertó en Posadas y pidió pensar en clases que vuelvan a despertar la creatividad en los estudiantes. El rol clave de la formación docente.
A días del comienzo del ciclo lectivo 2024 en Misiones, en un contexto de conflictividad gremial por salarios, el debate por la educación vuelve a estar en agenda.
Todavía están presentes los magros resultados que tuvieron los estudiantes de escuela primaria y secundaria en las pruebas Aprender al ser evaluados en Lengua y Matemáticas. Además en Argentina, el 46% de los alumnos de 3° grado no alcanzan el nivel mínimo de lectura, según los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Erce): en otras palabras, uno de cada dos estudiantes no comprende un texto adecuado a su edad, no entienden lo que leen, lo que pone trabas en toda su escolaridad.
En ese escenario de crisis que invita a repensar la escuela, esta semana visitó Posadas la pedagoga Gabriela Azar, especialista en Planificación estratégica y Gestión de procesos de innovación para el ámbito educativo.
En la capital misionera debatió junto con cientos de docentes de toda la provincia que llegaron para ser parte de la Jornada Internacional de Liderazgo e Innovación Federal Educativa y Tecnológica, que se desarrolló en el Centro de Convenciones.
Tras el encuentro, en diálogo con El Territorio señaló que el docente hoy en día está minado de exigencias que lo sacan del eje primordial y no le permiten abocarse de lleno a la tarea de enseñar, donde no se tienen en cuenta los intereses de los estudiantes y muchas veces se excluye. Pese al avance imparable de la tecnología, dijo que la escuela debe sostener las tradicionales técnicas de estudio como la lectura, la redacción, la proposición oral, el trabajo colaborativo o en grupo y las estrategias que ayudan a poder comprender lo que se lee y despiertan el interés por el mundo que los rodea, la creatividad y el pensamiento lógico.
Así, ya se conoce el diagnóstico y qué falla, por ello sostuvo que ahora se deben elaborar los planes de mejora en las currículas y fortalecer la formación de los docentes.
«De esto se sale a través de modelos pedagógicos o paradigmas que sean renovados», explicó en un tramo de la charla y pidió empezar a dejar de poner el foco en el saber y pasar a mirar las capacidades para saber hacer.
¿Cómo se innova en la escuela en este contexto de crisis económica, social, de valores, de distintas aristas?
La innovación en materia educativa es un proceso muy complejo porque intervienen muchas variables, como vos bien señalás, no es solamente la situación del docente que enseña y un estudiante que aprende. Dentro del contexto de la innovación tiene que haber mucha creatividad, mucha formación, mucho conocimiento y tiene que haber una comunidad educativa en esa escuela y fuera de ella que tenga ganas realmente de hacer las cosas de una manera óptima. Entonces, si uno se detiene cuando quiere generar un cambio, a mirar todas aquellas cuestiones que son negativas, que van a impedir el normal avance de esa renovación, innovación y transformación, te paralizás y no avanzás nunca.
Por eso el punto clave para empezar es tener una visión compartida entre todos los estamentos que integran la escuela: directivos, docentes, estudiantes, el personal que acompaña y, por supuesto, las familias. Tener sintonía en decir ‘este es el camino que tenemos que tomar’.
Quizás un eje, como lo expliqué en la Jornada de Innovación es, por ejemplo, el liderazgo de la organización. ¿Qué tengo que hacer como rector para ayudar a que mi escuela mire al futuro, para generar los cambios que sean necesarios?
Por supuesto que siempre la escuela está dentro de un contexto social, económico, cultural y de complejidad política, pero eso no impide que se plantee una meta, se generen acciones y se empiecen a buscar resultados.
¿Y cómo se sale de esta encrucijada que tiene el sistema educativo, con niveles tan bajos en áreas troncales como Lengua y Matemáticas?
Con planes de mejora. Uno de los temas centrales que abordamos en Misiones es que una de las capacidades más importantes que se utilizan en las escuelas, en la formación docente, es el diagnóstico. Cuando yo tengo claridad sobre los datos de la realidad, la misma claridad la tengo que tener para poder gestionar efectivamente cursos de acción que permitan paliar ese déficit.
¿Cómo? Armando planes de mejora, estimando esos planes a lo largo del tiempo, tratando de que todo el cuerpo docente comprometido en la tarea tenga un mismo objetivo común. Y no que cada uno mire la cosa desde un lugar distinto y no traccionen juntos, porque en realidad las innovaciones necesitan traccionar para adelante, necesitan tener una visión positiva, una mirada prospectiva. Obviamente que es difícil, pero hay muchas experiencias en la Argentina en contextos adversos donde se logró revertir los resultados, por ejemplo, del aprendizaje de Matemática, de Lengua, de lectoescritura.
Si bien tenemos indicadores muy bajos cuando uno se compara cuantitativamente con la realidad de sistemas educativos de otros países o de otras regiones, eso no quiere decir que no sea posible mejorar. Yo estoy convencida que se puede mejorar. También estamos muy complicados con muchas cuestiones que no se pudieron mejorar de la época de la pandemia de Covid-19. Tuvimos prácticamente dos años donde la única comunicación que los chicos tenían con la escuela era una plataforma, Zoom o una videollamada.
Entonces, se sale de esto con un proyecto compartido, con objetivos claros, compromiso, esfuerzo y conocimiento.
¿Qué rol juega en este contexto la formación docente?
Es clave. Nosotros en la República Argentina venimos de una reforma educativa del año 2009/2010 donde empezaron a salir las nuevas resoluciones del Instituto Nacional de Formación Docente (Infod) para revisar planes de estudio, los diseños curriculares que son los contenidos que hay que enseñar para que los docentes aprendan a enseñar. Pero se sale a través de modelos pedagógicos o paradigmas que sean renovados. El otro día, en esta jornada de innovación y liderazgo federal en la provincia de Misiones, lo que explicábamos tanto yo como el Secretario Nacional de Educación, Carlos Torrendell (que participó vía Zoom), es este nuevo paradigma o modelo que pone el foco en las capacidades para saber hacer. Trascendiendo la lógica histórica de la formación docente que ponía el foco fundamentalmente en el saber. Es decir, es mucho más importante para un docente ser capaz de aplicar aquello que sabe hacer que simplemente recitar un tema de memoria.
El docente hoy necesita manejar una caja de herramientas, una serie de capacidades que permitan que los chicos aprendan óptimamente y que demuestren con actividades concretas aquello que son capaces de aprender. Por supuesto, en un contexto complejo, hackeado por la tecnología. Porque hoy los docentes tienen que poder también generar procesos de enseñanza mediatizados por herramientas tecnológicas, que el cambio es tan vertiginoso que nunca el maestro se termina de adaptar a la exigencia de ese cambio.
Justamente sobre ese punto le quería consultar. La inteligencia artificial ya está en las aulas, los chicos la usan todo el tiempo, ¿qué sugiere usted para trabajar correctamente con esta herramienta?
Lo primero es capacitación. En su momento eran las primeras computadoras, en otra época eran los primeros celulares y ahora el Chat GPT. Por eso primero hay que formarse y entender qué impacto tiene la inteligencia artificial en la educación. Es un tema muy incipiente. Hay que utilizarlo favorablemente para que los chicos puedan aprender a buscar criteriosamente información, saber armar producciones sobre esa información. Y no hablo de la capacitación espasmódica porque esto está de moda ahora, sino cómo esa inteligencia artificial y otras herramientas tecnológicas que irán surgiendo en lo sucesivo entran en un diálogo armónico, con las exigencias curriculares de la escuela para ese grupo de alumnos, para ese docente, para ese año.
No es lo mismo su implementación en una tarea de investigación con chicos que están en la escuela secundaria que con niños de segundo grado de la escuela primaria o de jardín de infantes.
¿Qué herramientas de la vieja escuela, la de nuestros padres y abuelos, cree usted que hay que sostener y en qué otras es necesario dar ya una vuelta de rosca?
Sostener, sin lugar a duda, las tradicionales técnicas de estudio como la lectura, esas estrategias que te ayudaban a poder comprender lo que leemos y que, lamentablemente, con todo el tema de las nuevas tecnologías, se fue un poco desfocalizando. La lectura, la comprensión de textos, la redacción de textos, la proposición oral de temas, la elocución oral. El identificar ideas centrales en un texto y poder hacer un resumen, una ponencia oral frente a un determinado tema. Todo lo que tiene que ver con la impronta de lo que es la socialización, el trabajo colaborativo, el desarrollo de la creatividad. Todas estas cosas hay que sostenerlas indefectiblemente.
Por otro lado creo que una de las tareas centrales de la escuela es recuperar el sentido más profundo del entusiasmo, del juego y de la creatividad. Creo que las últimas reformas le pusieron tanto foco a la cantidad de cosas que hay que enseñar en términos más conceptuales que los chicos no lo terminan aprendiendo y se aburren.
Y algo que también hay que hacer en la escuela actual es generar otras instancias de trabajo mucho más colaborativo, que trasciendan el marco de la disciplina. Integrar materias, integrar chicos de distintas edades en torno a una problemática común o un foco de interés común. El tema de la evaluación tiene que dejar de ser una valoración que descarta en función a lo que no sabés. Hacer una evaluación formativa, sentarme al lado para orientarte, guiarte, acompañarte, para que efectivamente los chicos aprendan. Porque en definitiva a la escuela vas a aprender, no a desaprender.
¿Usted cree que hoy la escuela no entusiasma a los chicos?
Estoy convencida. Me parece que la escuela se ha tornado una institución un tanto aburrida, fruto de que surgen un montón de imponderables y de exigencias a los docentes que a veces no necesariamente tienen que ver con la tarea más profunda de educar. Entonces, si vos no trabajás en la escuela en base a los intereses de los chicos, no te digo que lo hagas en el 100% del horario, pero parte de la dinámica escolar tiene que ser de respuesta a las demandas, a las necesidades, a los gustos y a los intereses de los chicos, un ambiente un tanto más descontracturado, con una mirada distinta sobre lo que es evaluar, que no le genere el susto de que si no llegás vas a perder y desertás, sino que sea una institución inclusiva, efectiva y afectiva. v
Fuente: El Territorio