Años electorales ¿Cómo hablarle de política a las juventudes?
Los años electorales traen siempre un tema recurrente a la agenda política: ¿Cómo hablarle a las juventudes?, No se trata de un desafío menor.
El trasvasamiento generacional hace que hoy millennials y centennials conformen más del 40% del padrón electoral.
Entre los discursos adultocéntricos que tildan a les jóvenes de desinteresades y los procesos de pérdida de identidades partidarias en un contexto de hiperpolarización, ¿dónde poner el eje de análisis de cara a las próximas elecciones? En esta nota, compartimos el informe de la consultora política Zuban Córdoba & Asociados, con datos sobre las preferencias de jóvenes de todo el país.
Los discursos adultocéntricos son persistentes a la hora de deslegitimar las ideas que las juventudes tienen sobre la política y sus modos de participación. A la vez que son vistos como el futuro, mejor que no opinen de política porque no saben. Sin embargo, en nuestro país, votan desde los 16 años y millennials y centennials conforman más del 40% del padrón electoral.
El panorama electoral aún está en disputa y con internas muy reñidas, al mismo tiempo que el electorado tampoco tiene grandes definiciones a priori. La consultora política Zuban Córdoba & Asociados acaba de presentar el Informe Juventudes y Elecciones Argentina 2023, que detalla el relevamiento de encuestas a 1.300 jóvenes del país, de entre 16 a 35 años, realizado durante enero de este año.
Un primer dato llamativo es que el 54% dice no sentir nada o tener poco interés con la política, y el 59% tiene sentimientos negativos con el país. El enojo y la decepción son las emociones prevalentes, lo que conforma niveles históricos de escepticismo con la política. Ninguna figura política tiene más de 35% de imagen positiva entre les jóvenes. La fragmentación y la polarización que afectan a la sociedad se ven agravadas cuando se trata del público joven. Datos, no opiniones, que sirven para pensar, al menos, algunos elementos más estructurales vinculados con la hiperpolarización desde la que se están construyendo las identidades políticas y las afectaciones, que no sorprenden, porque son parte nodular en la agenda neoliberal de los últimos años.
En el informe, también mencionan que el segmento juvenil es la base de la pirámide poblacional y no hay dudas de que todos los sectores políticos necesitan representar, al menos, a una porción de les jóvenes para poder ser competitivos. Sin embargo, desde la consultora, explican que justamente es el segmento en el que menos se invierte para estudios de opinión pública y campañas. A su vez, las plataformas electorales pocas veces los mencionan en su particularidad etaria. Si bien referentes y candidatos abren Tik Tok, invierten en pauta en las plataformas y estrategias de lenguaje juvenil, ¿alcanza? ¿En qué se basa el discurso que les dan?
Conversamos con el magíster Nicolás Bertone, consultor asociado y especialista en juventudes, quien fue parte del relevamiento presentado, para profundizar en algunos de los datos revelados.
—Una de las cosas que planteás en el informe es que, en el escenario actual, hay mayores dificultades para predecir las tendencias y comportamientos del voto. Además, en el caso de jóvenes, no hay tradición de voto histórico y es mayor la volatilidad electoral. ¿Qué creés que incide mayoritariamente en dicha volatilidad?
—De modo sintético, podría decir que tiene que ver con la posmodernidad y los cambios en los paradigmas sobre aquello que nos tenía más estructurados en la vida -por ejemplo, la ruptura de la centralidad eclesiástica religiosa-. También se da en la pérdida de las identidades partidarias de tradiciones familiares. Y tiene que ver con distintos factores; uno es que hoy nos comprometemos mucho más por causas -como marcaba Zygmunt Bauman-, que estar totalmente de acuerdo con toda una organización. Ahí se da una importante transformación en las formas de participar. Paralelamente, ha cambiado la forma en que los partidos se constituyen. Antes, eran partidos más obreros o tenían una tendencia de representación de clase, y eso se ha ido perdiendo, dando lugar a los partidos llamados cártel o catch all, que si bien las diferencias programáticas en gestión a veces no distan mucho, aunque estemos cada vez más ideologizados, esto se da en un contexto de mayor polarización ideológica.
—En el informe, el desinterés (que es la sumatoria del poco y nulo interés) da un 54,7% en jóvenes y un 52,8 % en adultos. ¿Por qué se resalta y preocupa más en el caso de jóvenes ese porcentaje?
—Lo que planteo es que, al no haber una diferencia significativa, lo que pasa es que se dan lecturas adultocéntricas al decir “les jóvenes están cada vez más desinteresades en la política”. Correspondería preguntarnos -que es la intención del informe-: ¿qué está haciendo la política que no genera interés? Es una pregunta más acertada, que toma como eje la política y no la culpabilización de las juventudes. Así podremos pensar más en las causas y cómo removerlas.
Sí es verdad que una de las cuestiones que estamos observando en indicadores de Latinobarómetro es que algunos sectores de las juventudes está teniendo una tendencia a querer un gobierno que gestione sus demandas sin importar si es democrático o autoritario. Y eso es un indicador que preocuparía en el sentido de pensar el sistema democrático. Pero de nuevo: ¿le echamos la culpa a les jóvenes que son autoritarios o pensamos cómo fortalecer el sistema democrático que dé respuestas a lo que están pidiendo? ¿Y qué están pidiendo concretamente? En muchos casos, son respuestas de un Estado de bienestar e ideas liberales o libertarias, porque siguen siendo altos los índices de preferir la educación pública y de calidad, el acceso a la salud pública e, incluso, aceptar altamente la redistribución en los casos que son necesarios y de emergencia.
—Si bien conforman el 40% del padrón electoral, hay poca inversión en políticas destinadas al sector y en marketing político. Ustedes afirman que les hablan en general, recurriendo a lugares comunes, estereotipos y propuestas vacías que, muchas veces, ni siquiera abordan correctamente las principales preocupaciones del segmento. ¿Por qué no atender a un porcentaje tan alto de electores?
—Pensando desde un análisis más macroestructural, no es que la política no quiera escucharles, más allá de los matices de la idea de adultocentrismo que atraviesa a toda la sociedad -y que es una visión que hay que discutir-. Hay siempre una subestimación a lo juvenil, desde la generación de algunos estereotipos que los colocan por fuera de los sujetos de derecho. También hay una complejidad macroeconómica y estructural del Estado para dar respuestas a las necesidades en términos materiales. Son las juventudes las que tienen una inserción laboral compleja en el vínculo educación-trabajo; están más capacitados para mercados que no los están demandando o que los demandan en situación de precariedad, falsos monotributos que terminan siendo derechos no reconocidos que, sin duda, tienen que ver con la falta de generación de empleos de calidad. Las condiciones de trabajo requieren políticas mucho más rígidas y a largo plazo de cómo pensar también el crecimiento del país, que se hace complejo en un país donde en, algunos sentidos, va en un vaivén entre cómo pensar la redistribución o la concentración.
Aún quedan algunos meses por delante y habrá que ver cómo siguen evolucionando estas tendencias. Lo real es que la disputa de agenda es compleja, no solo en nuestro país, sino en todo el mundo.
Fuente: Redacción La tinta